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jueves, 28 de febrero de 2013

Silencios confesionales.

Más de una vez y a lo largo de la vida la muerte es motivo de reflexión en las mentes de las personas, sobre todo en la etapa más significativa de la madurez pensando en los miedos de lo oculto tras de ella. Pero la muerte es algo más que un miedo insostenible, es ir viviendo y aprendiendo las necesidades emocionales que día tras día, hacen que el ser humano aprenda a convivir sin soledad.

Existen personas que aunque se apelliden honestos, mueren cada día con el único egoísmo de dejar tras la mentira huellas que serán olvidadas por el paso de los tiempos, aun sin pensar en los daños emocionales que puedan dejar en su camino. El problema del egoísmo de este tipo de personajes no es otro que saber de ante mano que su cuerpo se convertirá en cenizas sin ocurrir nada más después de la ultima espiración.

Cabe la posibilidad de la total equivocación y tras una muerte en vida, exista la autentica realidad de ir pasando poco a poco, y linea a linea, todos los acontecimientos realizados a lo largo de esta.

El ser humano se comporta según aprende, aunque aveces la maldad es innata por si sola, o también se podrían aferrar a las mentiras piadosas. Por otro lado, es posible aceptar que dichas personas sean simplemente marionetas de sus especulativos pensamientos. ¿Quien esta en posesión de la verdad?

Pero para concebir una muerte con plena vitalidad, hay que saber escuchar consejos, llevar los asuntos con humildad y paciencia, entendiendo que cuando más grande sea uno, más ha de bajar, saber compartir en silencio sin pregonar lo que le oculta la mano derecha a la izquierda, manteniendo en todo momento el pudor y respeto humano.

Pero para la vida antes de la muerte existen normas de conducta... "¿Te han elegido para presidir un banquete?, no presumas de ello. Pórtate como uno más de los invitados. Cuida de ellos primero, y siéntate después. Cuando hayas cumplido tu deber siéntate, para que goces con ellos y seas alabado por el buen orden de todo. Habla, anciano, pues te corresponde; pero con discreción; y no interrumpas la música. Mientras actúan los músicos no te des a charlar, ni alardes de sabio a destiempo. Como sello de rubí engastado en oro es la música en el banquete. Sello de esmeralda engastado en oro, la melodía del festín con vino selecto. Habla, joven, si fuere necesario; pero a lo sumo dos veces, y si se te pregunta. Resume el discurso, di mucho en pocas palabras; sé como quien sabe y al mismo tiempo calla. En medio de los grandes no trates de igualarte a ellos, cuando habla otro sé sobrio en palabras. El relámpago precede del trueno, y la gracia precede al modesto. Levántate a tiempo y no te retrases, corre a tu casa y no callejees. Allí diviértete y haz lo que gustes, pero no peques con palabras insolentes. Y después bendice a tu hacedor, al que te colmó de sus bienes" (1).

Si por un momento de reflexión descubrimos parte de nuestra vida escrita, será la esencia de haber culminado parte de nuestra sabiduría, la cual, antes de nacer, estaba plasmada por otros que ya pasaron a descansar, dejándonos avisos para no caer en el vacío, con el único objetivo de mantener una fe interior.

Y en si, esta es la cuestión de nuestras vidas, la verdadera amistad de los tuyos, de los que te rodean sin mirar tu exterior, esos, que un día después de pasar a la vida eterna, seguirán haciendo posible tu existencia alejando en todo momento la frialdad de la muerte, haciendo entender que pasas a compartir sus sentimientos y emociones, de las que radian por si solas, con la única fe de reunirse con humildad ante el Padre.

(1) La Santa Biblia - Sirácida 32 - Normas de Conductas 1-13.